martes, marzo 31, 2020

"La Boheme"

El Teatro Real, durante este periodo de cuarentena, da acceso gratuito a su contenido ofrecido a través de la plataforma My Opera Player. Con el código OperaEnCasa se puede acceder a un amplio repertorio operístico.

Aprovechando esta estupenda iniciativa, vi la ópera "La Boheme" de Puccini, obra que ya en su momento me recomendó mi madre, mucho más culta que yo en cuanto a ópera y música clásica se refiere.

Esta ópera consta de cuatro actos, con música de Giacomo Puccini y libreto de Giuseppe Giacosa y Luigi Illica. Se basa en la novela por entregas "Escenas de la vida bohemia", de Henri Murger.
La historia se ambienta en París alrededor del año 1830, en el que un grupo de jóvenes artistas comparten una casa en el Barrio Latino, y con ello su amistad, ilusiones y amores. La trama central es la historia de amor de Rodolfo, un joven poeta, y Mimí, una joven modista. Y fluyendo alrededor de ellos, la vida de los artistas de París que oscila entre la pobreza y los sueños por cumplir.

En esta ocasión, la producción del Teatro Real, en coproducción con la Royal Opera House de Londres y la Lyric Opera de Chicago, cuenta con la dirección musical de Paolo Carignani, la dirección de escena de Richard Jones, el Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real y los Pequeños Cantores de la ORCAM. En los papeles principales tenemos a Stephen Costello (Rodolfo), Anita Hartig (Mimí), Etienne Dupuis (Marcello), Joyce El-Khoury (Musetta), Joan Martín-Royo (Schaunard), Mika Kares (Colline), José Manuel Zapata (Benoît) y Roberto Accurso (Alcindoro).


Aunque en su estreno no tuvo un gran éxito de crítica y público, "La Boheme" se ha convertido en una de las óperas más conocidas y representadas. Una historia que comienza alegre, con un grupo de amigos que buscan vivir de su arte, que no pierden el sentido del humor a pesar de las adversidades y que saben aprovechar cualquier momento de felicidad. Pero la vida nunca deja de dar lecciones, y pronto aprenden que la realidad puede ser mucho más dura que lo sueños que tengamos.
Con una puesta en escena cuidada al detalle y un montaje que no se esconde entre bambalinas, sino que el espectador es testigo de todos los cambios que se producen en el escenario, como si estuviese pasando las hojas de un álbum fotográfico; nos sumergimos en el París del siglo XIX, con su bullicio y su colorido, pero también con su pobreza y su gélido invierno.
Los intérpretes realizan una buena labor ofreciendo un buen repertorio y mostrando la pasión de esos jóvenes que quieren hacerse un hueco en la vida bohemia de París. La química entre los cuatro jóvenes es palpaple y la historia entre Rodolfo y Mimí nos hace sentir ternura y tristeza a la vez.

Una ópera que aunque no escapa a la regla de final trágico de todas las óperas, nos deleita con escenas alegres y vitales, llenas de humor.