martes, agosto 14, 2018

Busto Agosto 2018

Este año quería unas vacaciones de descanso, nada de patear ni de ciudad, así que fui con mi madre, que entre las oposiciones y el trabajo apenas pasaba tiempo con ella, a una aldea de Asturias llamada Busto, en la parte occidental. No pudimos elegir mejor. 

Pero antes de ir a Asturias pasamos por Herrera de Pisuerga, a ver a unos tíos míos y por Santander, a visitar a unas tías. Herrera de Pisuerga estaba a rebosar de gente porque era la fiesta del cangrejo. Y en Santander hacía calorazo, así que el paseo marítimo estaba a rebosar de gente. Disfrutamos de las vistas de la Bahía desde el Centro Botín y de un paseo en barco ida y vuelta a la playa del Puntal (estaba tan llena de barcas y lanchas que parecía Marbella, no es como lo recuerdo de mi infancia). 

Ese día dormimos en Quijas, en el Hostal El Hidalgo, que tiene habitaciones cómodas y limpias. Lo mejor es el desayuno que lo sirven en la terraza del Hostal que está enfrente (perteneciente al mismo dueño), la cual está llena de flores. 

En Busto nos alojamos en “La Casa de las Camelias” un hotel rural de sólo 11 habitaciones decoradas con gusto, amplias y cómodas, y en el que el trato es amable y familiar. Como estar en tu propia casa. Y la comida es deliciosa, tienen una cocinera fantástica. Una muy buena opción para alojarse, si lo que buscas es tranquilidad y estar rodeado de naturaleza. Es recomendable reservar con mucha antelación, sobre todo para los meses de Julio y Agosto. 

Desde Busto y en coche, que para moverse por esta zona es imprescindible, puedes llegar en cuestión de 15-20 minutos a varias playas y pueblos costeros. También hay rutas para realizar por el monte. Busto es una aldea de pocas casas, con sus vacas y sus gallos que sólo tiene un bar, Bar La Cuti, auténtico bar de pueblo, y la pastelería “Cabo de Busto” donde hacen unos pasteles deliciosos, que es conveniente reservar, si no te quieres quedar sin probarlos. Si queréis comprar algo podéis ir a Cadavedo (a 10 minutos en coche) o justo en la salida de Busto, a la izquierda, en la salida a Queruas, comprar en la cooperativa, una nave industrial con un cartel que pone “Campo Astur”. Nosotras comprábamos la fruta y el fiambre para la comida allí, ya que el desayuno y la cena la hacíamos en el hotel. 

Nosotras visitamos 7 playas, realizamos dos rutas (la de los Llugarinos, desde Trevías, y la ruta que lleva al Faro de Busto, a través de un bosque lleno de brezo y helechos) y visitamos 5 pueblos. Todo durante la semana que estuvimos, sin darnos la paliza y descansando mucho. Como os he comentado, todo está cerca y puedes ir por la mañana y descansar por la tarde. 

La primera playa que visitamos fue la de Barayo, en la reserva natural del mismo nombre, a la que se accede, después de aparcar el coche, atravesando un sendero de un bosque lleno de helechos y brezo, durante 10 minutos. La playa es salvaje, sin socorrista y rodeada de monte. Te puedes bañar con precaución en sus frías aguas y descansar en su arena oscura o dar un paseo, ya que no hay mucha gente. 
La mejor playa que vimos fue la Playa del Silencio, cerca de Santa Marina. Una playa de una belleza impresionante, con unos acantilados escarpados y una belleza sin igual. Es de cantos, ideal para pasear y observar la magia del mar. Es una playa salvaje a la que se accede por unas escaleras y que tiene un mirador para poder disfrutar de las vistas. Es recomendable ir pronto para no tener problemas al aparcar el coche. 
Junto a ella, de más difícil acceso ya que hay que dejar el coche en el pueblo, bajar por un sendero y después por unas escaleras (el último tramo con una cuerda) está la playa de Gueirua. También salvaje, de cantos y auténticamente mágica. En esta playa sí que no te puede bañar, mientras que en la del Silencio, con precaución no hay problema. 
Estas dos playas me han enamorado. Las mejores que he visto nunca. 
Otras dos playas que visitamos, más familiares e ideales para pasar el día son la de La Cueva y la de Otur. Ambas de arena y amplias, donde pasear y darse unos buenos baños. Eso sí, al ser más accesibles, también están más llenas de gente. Y más en un día bueno de playa. 
Por último, dos pequeñas calas, la Playa del Bozo, en Busto, y la de Touran. La primera es de fácil acceso a través de un camino, de cantos y sin socorrista, de una belleza que enamora. La segunda no llegamos a bajar ya que tienes que ir con el coche por un sendero estrecho y luego bajar por un camino que no se veía muy seguro, así que hicimos una foto, ya que habíamos llegado hasta allí y nos fuimos. 


Los pueblos que visitamos fueron: 


· Cadavedo, con unas casas indianas bien conservadas y un mirador, donde se sitúa la ermita de la Regalina, con unas vistas impresionantes. 


· Luarca, que no nos pareció tan maravilloso como lo pintan y donde lo mejor es el cementerio y el puerto. 


· Puerto de Vega, un pueblo pesquero pequeño, con un puerto bonito lleno de bares y tabernas y una senda que bordea la impresionante costa. 


· Ortiguera, que no es especialmente bonito, pero tiene un faro con unas vistas impresionantes y una pequeña playa, la de Arnelles, donde poder descansar. 


· Tapia de Casariego, un pueblo de veraneo con un bonito paseo marítimo, un puerto con encanto y el tranquilo antiguo barrio de los pescadores. 




Antes de terminar esta entrada, mencionar la ciudad de Oviedo, por la que pasamos de camino a Madrid. No estuvimos mucho tiempo, pero me pareció bonita y cómoda de visitar. Si pasáis por ella, además de disfrutar de su casco histórico, no olvidéis haceros una foto con la estatua de Mafalda situada en el Parque de San Francisco, como homenaje a Quino, ganador del premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2014. 



La costa occidental de Asturias es un lugar que merece la pena conocer y cuidar, con unos paisajes de ensueño, playas salvajes muy bien conservadas y pueblos con encanto. Con varios miradores desde donde disfrutar de la puesta de sol o de la belleza inhóspita del mar Cantábrico. 
Nosotras volvimos enamoradas, después de disfrutar de un gran viaje.

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