domingo, octubre 28, 2018

"Hayato_Drum Masters"



Hayato es un grupo de Taiko Japonés. Formado por los hermanos Keita, Ryota y Yuta Kanashi en 2001, combina la percusión de los tambores japoneses con la danza. 

En esta ocasión actúan acompañados de los intérpretes de taiko Koji Hada, Takyuki Hashiguchi, Makoto Sekine y Syunichiro Kamiya. Y como invitados especiales tenemos a Chieko Kojima (la primera mujer Maestra de percusión wadaiko en Japón) y a Masato Shibata (campeón mundial de Shamisen, guitarra japonesa).

El espectáculo que han ofrecido en los Teatros del Canal del 23 al 28 de octubre invita a recorrer las cuatro estaciones en Japón, desde la primavera con el florecimiento de los cerezos, hasta el invierno cuyo frío se combate con fuerza e intensidad. Una interpretación musical en la que los tambores japoneses se acompañan de la danza de Chieko Kojima y de otros instrumentos tradicionales japoneses con el shamisen (guitarra japonesa de tres cuerdas), el shinobue (flauta travesara) o los tebyoushi (címbalos japoneses).

Este ha sido el tercer concierto de tambores japoneses al que asisto (y el segundo con mi madre, a la que voy introduciendo en la cultura japonesa), después de haber disfrutado de los conciertos de "Drum Tao" y "Kodo". Y no será el último ya que lo que se siente al asistir a un espectáculo de este tipo es una intensa energía y una conexión íntima con la melodía. Cada grupo tiene sus características específicas y una diferente puesta en escena.

En esta ocasión la puesta en escena es sencilla con ligeros cambios en la decoración del escenario que nos indican el paso de una estación a otra. Pero no sólo se aprecia el paso de una estación a otra por el cambio de escenografía, sino que en la propia melodía se nota ese cambio, pasando de melodías alegres y festivas en la primavera y verano, a melodías melancólicas en el otoño e intensas en el inverno. Es maravilloso disfrutar de la intensidad de los tambores y la delicadeza del shinobue. Y resultan sorprendentes los sonidos que salen al tocar con el plectro las tres cuerdas del shamisen.
Los componentes del grupo tocan con pasión y gran técnica, reflejando que disfrutan con lo que hacen y su compromiso con que el público disfrute. Son muy alegres e interactúan con los espectadores, ofreciendo un espectáculo dinámico que se pasa volando.

Una experiencia fantástica.


domingo, octubre 21, 2018

Restaurante Korea

Situado en la Calle de Cristóbal Bordiú, 59, en Madrid se encuentra este restaurante coreano que ha resultado ser todo un descubrimiento.


Todo comenzó después de ver la serie coreana "Stranger" (otro gran descubrimiento) ya que a mi hermano y su novia se les ocurrió, tras ver la serie, invitarnos a comer a la familia para probar la comida coreana. Y hemos salido encantados del restaurante.
El local está decorado con encanto, mostrando máscaras y pinturas típicas, y el servicio es atento y profesional. Si tienes dudas sobre qué platos elegir ellos te recomiendan. La comida es deliciosa, hay platos que son picantes y otros que no lo son. Puedes comer arroz, tallarines, ensaladas de algas, empanadillas coreanas, carnes, pescados..........todo auténtica comida del país. Los postres que tienen no son típicos del país, aun así probamos un plátano frito con miel que estaba buenísimo.
Respecto a los platos deciros que las raciones son suficientes para compartir y que lo mejor es probar distintas cosas. Es una comida bien elaborada que no resulta pesada y que te deja satisfecho. Hay comida, como la carne que te la preparan al momento en la misma mesa sobre un camping gas, resultando una experiencia muy divertida. Experiencia que aumenta si os atrevéis a comer con palillos, que además, hacen que saborees la comida de otra manera.

Si queréis probar la comida coreana y descubrir otros sabores os recomiendo este local.




viernes, octubre 12, 2018

Hervás septiembre 2018

Antes de meterme de lleno de nuevo con las oposiciones y también con el deseo de que mis amigos no se olvidasen de mi cara (las oposiciones absorben mucho), tocaba escapada de fin de semana. Y el lugar elegido fue Hervás, situado en la provincia de Cáceres. 

A unas dos-tres horas de Madrid en coche, es ideal para disfrutar de un par de días de tranquilidad y alejarse del ritmo frenético de Madrid. No es muy grande, en un día lo tienes visto, e invita a pasear por sus acogedoras calles de piedra, observando la montañas que lo rodean y sus casas, muchas de ellas con fachadas de tejas (nunca lo había visto y me pareció un pasada). Una de las zonas que más me gustó fue el Barrio Judío, muy bien conservado. Un aspecto curioso es que hay personas que venden en las puertas de sus casas los productos recogidos de la huerta. Toda una experiencia.
Hay varios restaurantes y bares para comer unas buenas migas y otros platos típicos, pero os recomendaría dos que nos gustaron mucho por su relación calidad-precio. Uno ese "El Patio", en el Barrio Judío, típico bar de pueblo de toda la vida, pequeño y con encanto. Siempre está lleno y no es de extrañar, ya que la calidad de su comida es muy alta y los precios muy asequibles. A destacar las migas y el revuelto de morcilla con pera. El otro restaurante es "Más que parrilla" en la zona céntrica del pueblo. Un restaurante en el que se recomienda reservar, con una buena parrilla y unas ensaladas y postres deliciosos. Más caro que el anterior, pero sin ser excesivo y con una comida de calidad.
Cerca de Hervás se encuentra Segura del Toro, un pueblo curioso, y Granadilla, que destaca por ser un pueblo deshabitado que se desalojó por ser declarase inundable, al que solo se puede acceder en un horario determinado. El acceso es gratuito y la reconstrucción que han hecho del pueblo es maravillosa. Desde su muralla se puede observar el Embalse de Gabriel y Galán, lugar ideal para la observación de aves y para disfrutar de una puesta de sol preciosa.

Extremadura es una gran desconocida que esconde pequeña joyas como estas y que os recomiendo visitar. Quizá lo mejor es empezar por Cáceres y Trujillo, más conocidos, y luego ir descubriendo otros pueblos escondidos entre sus parajes. 


De camino a Madrid pasamos por Candelario, en la provincia de Salamanca, considerado uno de los pueblos más bonitos de España. Está muy bien conservado con sus calles de piedras y sus casas con batipuertas (protegen el acceso exterior de las casas. Una de sus funciones era defender la casa de los rigores climáticos fundamentados en forma de las frecuentes nevadas que se acumulaban en calles y accesos. También permitían el airear la vivienda sin temor a que entraran algunas ganaderías de las que merodeaban frecuentemente por las calles de la localidad). Uno de los aspectos más curiosos son las regaderas, una red de canalillos de agua cristalina que recorre las calles del pueblo llevando el agua del deshielo de la nieve de la montaña. Pasear por las calles oyendo el ruido del agua es muy relajante.
De vez en cuando merece la pena salir de Madrid para visitar pueblos en los que prima la naturaleza hermosa y el ritmo de vida pausado. Sitios por los que parece que no ha pasado el tiempo y que conservan su autenticidad.